viernes, 31 de octubre de 2014

Qué hora es?



Mi suegra cumplió años hace un par de semanas y la familia pidió mi opinión acerca de un posible regalo. Mi suegra no encaja en la definición popular de este vínculo familiar. No es metida. No es manipuladora. No es bruja y tampoco es fea. Es bastante piola y medianamente tecnificada. La cuestión fue que se propuso comprar un Smartwatch como regalo; es decir, uno de estos relojes nuevos con sistema operativo Android que extiende al smartphone permitiendo enterarse de llamados, escuchar música, ver el estado del tiempo, medir frecuencia cardíaca para aquellos que hacen deporte y varias funciones más de carácter más o menos cuestionables en cuanto a utilidad. Sinceramente, nunca tuve uno de estos relojes en mis manos, pero sí tengo prejuicios y el que peor, es la recarga casi a diario de su batería.

Para resumir, opiné que ese reloj sería abrumador para mi suegra que se vería, quizás, sobrepasada por tantas funciones adicionales a la clásica de dar la hora. Para mi, pasaría a formar parte del grupo de relojes bizarros que tuvieron su lugar entre fines de los 70 y los 80. Los representantes más destacados, a mi juicio, son:

Calculadora: Entre 1977 y 1978, Citizen presentó un reloj calculadora con un teclado puesto alrededor de cuadrante circular, muy extraño; pero fue de la mano de CASIO, a principio de la década de los ‘80, que se empezaron a masificar los modelos de estos relojes superiores en tamaño al promedio y definitivamente más complejos por la cantidad de botones aparejada con la función de mini calculadora. Hubo muchísimas variantes: con malla de caucho, metal, con paneles solares, sumergible y hasta con pequeños juegos incorporados. En mi caso, tuve uno de malla de caucho.

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Agenda o banco de datos: Nada de llevar agendas ni papelitos con números de teléfono, direcciones o fechas de aniversarios. No había web, pero nos salvaba el Casio Databank almacenando los datos de nuestros conocidos. Claro, en aquel entonces, si queríamos comunicarnos con alguien, con el número de teléfono en display, concurríamos a la cabina de Entel más cercana.

Sensores: Grandotes y llamativos. Así eran estos relojes pulseras generalmente de caucho, que contaban con sensores que disfrazaban a nuestro brazo común y corriente en el de un robot futurista. Sólo contaban con un sensor por modelo y podían medir ritmo cardíaco, temperatura, presión,  profundidad (o altura)  y podían soportar decentemente algunos golpes.

Radio: Conozco un modelo de Citizen que tiene un módulo acoplable al reloj que consiste en un receptor de radio am/fm. La sintonía de las dos bandas se realiza por sendos diales incluidos en el reloj. Con toda esta descripción, de más está decir que la hora apenas se podía ver en un pequeño display en la parte inferior.

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Game: Casio creó una línea de relojes con juegos sencillos, con la misma temática de las consolas Game&Watch de Nintendo que se volvieron bastante populares entre los más chicos y hoy en día son prácticamente imposibles de encontrar. Uno de mis hermanos tuvo el Zoom’n’Zap
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Más raros: El Voice Memo de Citizen era un reloj que permitía grabar y reproducir algunos segundos de audio. Seiko, por su parte, contaba con un reloj con pantalla LCD a color que mediante la conexión de un receptor del tamaño de una calculadora de bolsillo, se podían ver  canales de televisión de aire. Seiko también propuso un modelo de reloj Databank que podía conectarse a un teclado con impresora para introducir los contactos con mayor facilidad y listarlos. Un espectáculo!


Esta lista es minúscula frente a la cantidad de modelos que dejé por omisión y desconocimiento. Probablemente, dentro de varios años, la lista de relojes extraños contará con el Smartwatch como un nuevo miembro; pero mientras tanto, el regalo de mi suegra pasó a ser una práctica cámara digital.


viernes, 10 de octubre de 2014

Te llevo

El mes pasado me puse en campaña para la compra de una notebook. Un familiar cumplía años y pensé que era un buen regalo.

Bah, por qué doy vueltas? Ese familiar era yo. Miré varias marcas y modelos. Fueron muchos y el rango fue amplio: notebooks, ultrabooks, dual core, I3, I5, I7. El precio de cualquier portátil más o menos moderna, es decir, una I3 como mínimo (me atrevería a decir I5) y aún cuando se tratase de una whitebook me resultaba bastante doloroso. Mientras tanto, yo seguía analizando y comparando características de marcas/modelos, haciendo cuentas y planeando formas de pago. Llegó el día de mi cumpleaños y seguía indeciso. Sufrí el síndrome de parálisis por análisis. Pero atiné a pensar, que independientemente de mi indecisión, la variedad de modelos en el mercado facilitaba mi parálisis. También pensé que esto antes no hubiera ocurrido. Seguramente hubiera sufrido el peso de un precio quizás exagerado, pero al menos hubiera evitado la angustia de tener que elegir sin equivocarme al mejor pez o al más adecuado de un mar de marcas y modelos de notebooks.

Si hubiera sido 1982, mi debate solo ocurriría entre dos portátiles. Una Osborne-1 o una Kaypro II. Portátiles, es un decir. Había que pasar por el gimnasio en aquel entonces, poque ambas máquinas eran bloques de 10 y 13 kilos respectivamente. Utilizaban un microprocesador Z80, 64Kb de RAM, incorporaban un monitor de 5 pulgadas en el caso de la Osborne y de 9 para la Kaypro, dos floppy drive de 5.25 pulgadas, teclado desmontable y ejecutaban CP/M. Aunque Osborne 1 apareció un año atrás, el precio de ambas era de 1795 dólares. Salado en aquel momento, salado en la actualidad.


La Kaypro II era la competidora directa de la Osborne-1 y muchas de sus características estaba inspiradas en esta última máquina. Como curiosidad, nunca existió una Kaypro I, la designación fue parte de una táctica comercial -supongo que la misma que más adelante adoptaría el gestor de base de datos dBASE II-. La empresa que construyó a Kaypro II, se llamó Kaypro Corp. y fue fundada en 1982 por Andrew Kay, un egresado del MIT que en 1950 había inventado el voltímetro digital, un antecesor del multímetro o tester que se usaba para medir la tensión o diferencia de potencial. En 1952 fundó la compañia Non-Linear System que proveyó de voltímetros al ejército y a civiles.




Ese día de cumpleaños, un día de indecisión ante la elección de una notebook, me enteré que una semana atrás -el 28 de Agosto de 2014- ocurrió el fallecimiento de Andrew Kay de 95 años, padre de la Kaypro II y uno de los pioneros de la computación portátil junto con Adam Osborne y Alan Kay -quien propusiera el concepto de computación portátil y de interface gráfica-.

Las portátiles, ayer tan poco prácticas por su tamaño y peso -pero transportables al fin- y las notebooks actuales, todas comparten el común denominador la posibilidad de llevarlas consigo para llevar capacidad de procesamiento e información personal. Transportarlas, para transportar parte de uno. Te llevo, para que me lleves dice la canción de Gustavo Cerati, quien ese día de mi cumpleaños partía hacia la eternidad.